Editorial del Diario La República (6 agosto 2004) A 59 años de Hiroshima:
una mañana distinta
VICTOR BRINDISI
1-Todo parecía normal esa mañana, hasta que pasadas apenas las 8 horas, algo cambió
la vida de toda la población. Una inmensa bola de fuego creció en el cielo, y cayó
sobre la ciudad de Hiroshima, convirtiendo todo en muerte, destrucción, incendio. Más
del 60 % de la ciudad quedó arrasada y la muerte se instaló para crecer sin parar
durante mucho tiempo.
El gobierno de los Estados Unidos dispuso la explosión atómica, reiterada tres días
más tarde en Nagashaki, con el pretexto de poner fin a la II Guerra Mundial y obligar a
Japón a rendirse, como ya lo habían hecho Alemania e Italia.
"Desde el día en que la primera bomba atómica eclipsó al sol en Hiroshima,
la humanidad entera ha tenido que vivir con la perspectiva de su extinción como
especie", ha expresado el pensador Arthur Kloester.
El escritor japonés Toshi Maruki relata en "El Destello de Hiroshima":
"Agua --gritaba suplicante Michan.
A tropiezos llegaron hasta la orilla y cayeron al río.
Michan se soltó de la mano de su madre.
Animo. ¡Corre!-- le gritó mamá.
Mucha gente a su alrededor corría también escapando del fuego.
Tenían los ojos y los labios hinchados, y sus kimonos abrasados.
Agua, ¡Agua! Suplicaban los niños casi sin voz.
Algunos vagaban como fantasmas, y su piel quemada les caía a jirones. Otros sin
fuerza, permanecían en el suelo.
Había montones de cuerpos.
¡Ni el infierno podía ser más espantoso!"
Debemos mantener la memoria viva. Hoy, el mismo gobierno, con otras armas, agrede a
pueblos y países, convirtiendo también en ruinas ciudades, asesinando a miles de
inocentes como esa mañana.
Debemos mantener la protesta, aunando voces de toda la humanidad, para intentar lograr
detener el crimen lujurioso, hoy en Irak, como antes en otras regiones y países.
2 Levantar la voz contra la guerra, la violencia, nos obliga a denunciar otro crimen
indignante de toda la humanidad: la extrema pobreza que ocasiona la muerte por hambre y
enfermedades evitables de decenas de millones.
Así como debemos luchar contra el armamentismo, que consume cientos de miles de
millones por año para la muerte y destrucción, debemos luchar contra el Orden Económico
Mundial injusto, que establece normas a favor de los países desarrollados, y determina la
miseria y pobreza de los países sin desarrollo.
Como lo reconocen hoy organismos internacionales, que seguramente antes y ahora siguen
contribuyendo a ese orden, la situación no sólo es inmoral sino que también es
insostenible.
También reafirmamos de manera especial la preocupación por la infancia, en este mundo
de guerra y miseria.
Más de dos millones de niños asesinados y más de seis millones que han sufrido
lesiones o quedado discapacitados en conflictos armados. Decenas de miles han sido
víctimas de las minas terrestres, en el último decenio del siglo que terminó, de
acuerdo a los informes del Unicef.
Agregamos los cientos de millones que han muerto en ese período víctimas de hambre y
enfermedades evitables.
3- Una mañana distinta, es la que se debe la humanidad, los seres humanos, los niños,
los de todo el mundo, los de Africa, Asia, nuestra América, nuestro Uruguay, que no será
fruto de una extraña fuerza que cambie todo de golpe.
Será más bien el esfuerzo permanente y mancomunado del arado, de la máquina, de la
escuela, de la comunidad, del pueblo, la patria, la poesía, el amor.
Como se dice, "Otro mundo es posible"; si contribuimos a lograrlo entre
todos. * |