De
Puro Chile - 24 febrero 2008
FIDEL...
Y NO PUEDEN CON ÉL...
Frida
Modak
La
canción de Carlos Puebla sigue
siendo cierta. Durante años escuchamos a
presidentes y a funcionarios de todos los niveles de prácticamente
todos los gobiernos, a supuestos politólogos, a los llamados
disidentes de distintos oficios y residentes en distintos lugares,
así como a directivos de organismos internacionales que lo sabían
todo, que tenían todas las soluciones, que también lo
criticaban todo respecto a Cuba, su gobierno y su Revolución,
que tomaban medidas y destinaban grandes cantidades de dinero
para los planes con los que aseguraban que acabarían con la
Revolución y sobre todo con su líder.
No
lograron nada, pero hicieron daño. El bloqueo económico
establecido por Estados Unidos le causó a Cuba pérdidas por
decenas de miles de millones de dólares, la población pasó
penurias, pero no claudicó. Se desmoronó el campo socialista,
con el que tenían relaciones económicas fundamentales, vino un
período muy duro y la Revolución ni se tambaleaba. Luego se
hicieron cambios en el plano económico, cuidando no afectar las
bases del socialismo cubano, y el Presidente Fidel Castro
afirmó en un impactante discurso en la clausura de una reunión
del Foro de Sao Paulo que el nuevo esquema “no es el socialismo
que queremos”, pero era necesario para preservar los logros de
la Revolución.
Cuba
se abrió en muchos aspectos económicos, pero no transó su
esencia. Para sus enemigos, especialmente para los sucesivos
gobiernos estadunidenses, Fidel Castro se había vuelto una
obsesión. Intentaron asesinarlo en más de 600 oportunidades,
también fracasaron. Entonces, con el paso de los años,
concluyeron que esos años también pasaban para el mandatario
cubano y empezaron a apostar al momento en que ya no estuviera en
condiciones de gobernar o muriera. Y sostenían
que cuando eso sucediera el pueblo cubano se rebelaría contra
“la tiranía castrista” y Estados Unidos, soñaba el fatuo de
Bush, volvería a dominar a Cuba.
El
31 de julio de 2006, a pocos días de cumplir 80 años, el
Presidente Fidel Castro dio a conocer una proclama, en la que
informaba que había sido sometido a una intervención quirúrgica
y delegaba provisionalmente sus cargos en su hermano Raúl, quien
a partir de esa fecha es el Presidente provisional de Cuba. El
martes 19 de febrero recién pasado, el mandatario hizo público
un mensaje al pueblo cubano señalando que “no aspiraré ni
aceptaré-repito-no aspiraré ni aceptaré, el cargo de
Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”. La
Asamblea Nacional debe elegir hoy a quienes ocuparán esos
puestos, culminando el proceso normal iniciado con las elecciones
locales y nacionales realizado en los últimos meses, como está
establecido en la constitución.
Y
entonces resulta que hace 19 meses que Fidel Castro le hizo
entrega de la presidencia del Consejo de Estado al general Raúl
Castro y no se ha producido ningún levantamiento contra el
gobierno. Al conocerse la decisión de Fidel de no aspirar a los
cargos que desempeñaba, la noticia fue recibida por los cubanos
con tranquilidad, comprensión, respeto e incluso resignación,
expresando así su reconocimiento a su obra y a su lealtad al
pueblo.
LUGARES
COMUNES
En
el plano internacional las reacciones al anuncio del mandatario
cubano son una retahíla de lugares comunes: es el término de
una etapa, hay un cambio de etapa, comienza otra etapa, hay un
antes y un después, una página queda atrás y algunos otros
balbuceos. Por supuesto no faltan los que se creen con derecho a
hacerle recomendaciones a los cubanos porque los suponen
incapaces de tomar sus propias decisiones. La excepción la
constituyó la declaración de la cancilleria mexicana, que es
impecable en todos los aspectos.
Desde
luego George Bush fue el que más habló, lo que no implica que
haya dicho cosas coherentes. Asumiendo el papel de hombre democrático,
afirmó que la “salida de Fidel Castro dará pie
al inicio de una transición democrática” y abogó por
la celebración de “elecciones justas y libres”, no especificó
si también tenían que ser fraudulentas como las de su elección
y reeleción, y se apuntó para intervenir diciendo “Y nosotros
vamos a ayudar. Estados Unidos ayudará a la gente de Cuba a
realizar los sueños de libertad”. Al mismo tiempo su pro-cónsul
John Dimitri Negroponte dijo que no se levantará el embargo que,
en términos concretos, es lo que ha dificultado el acceso de los
cubanos a algunos bienes materiales.
Todo
esto demuestra una profunda ignorancia de la realidad cubana y de
los cubanos mismos, Estados Unidos cree que la situación
sigue siendo igual a cuando ellos explotaban al país y
humillaban a sus habitantes. Y no sólo Estados Unidos, los países
europeos que fueron imperios coloniales padecen de lo mismo ,
como el funcionario francés que criticó a Fidel Castro por no
sumarse al neoliberalismo de los
años 70, modelo fracasado que está en la base de la
recesión estadunidense. Ese es el gran problema que enfrentará
Cuba, la arrogancia de los ignorantes que pretenden darle
lecciones mientras en sus propios países sus políticas generan
pobreza.
LA
ELECCIÓN DE HOY
La
Asamblea Nacional cubana, que preside Ricardo Alarcón, elegirá
hoy, como lo viene haciendo cada 5 años, al Presidente del
Consejo de Estado y al Presidente del Consejo de Ministros. El
Consejo de Estado tiene cinco vicepresidentes, uno de los cuales
es Carlos Lage, que tiene
a su cargo la conducción económica del país. Y el Consejo de
Estado estaba presidido, provisionalmente, hasta la mañana de
hoy por Raúl
Castro, que también es Ministro de Defensa y Comandante de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias. Estos son los tres nombres con
los que más se ha especulado respecto a la formación del nuevo
gobierno. Lo cierto es que tanto ellos como los integrantes del
Consejo de Ministros forman un equipo de trabajo que se
complementa con los 614 diputados que tiene la Asamblea Nacional.
Y
lo que eso significa es que en Cuba hay una institucionalidad
establecida en su constitución y sus leyes, que es lo que los
demás gobiernos no quieren reconocer ni respetar. Las razones
siguen siendo las mismas, Cuba representa una alternativa política,
económica , social y cultural distinta. Y dentro de su
institucionalidad, tanto o más legítima que muchas otras, Cuba
ha ido previendo sus etapas, tal como lo ha hecho en otras
circunstancias.
Cuando
Gorbachov llegó al gobierno de la hoy desaparecida Unión Soviética
y lanzó sus reformas conocidas como la perestroika y glasnot, lo
alabaron los estadunidenses y europeos. En Cuba lo observaron
cuidadosamente y llegaron a la conclusión de que era una
aventura que podía terminar en cualquier cosa. Se empezaron a
tomar, entonces, medidas para diversificar el comercio del país,
porque su economía estaba profundamente ligada a la del campo
socialista. El colapso de esos países fue más rápido de lo
esperado y eso originó el llamado período especial que ya está
quedando atrás.
En
lo político ha sucedido algo similar. En Cuba se viene previendo
la sucesión del liderazgo desde hace años. Han surgido muchas
figuras, parte de ellas han
vuelto al anonimato porque no reunían las condiciones para
asumir responsabilidades.
Por eso es que el país ha seguido funcionando normalmente desde
la enfermedad del Compañero Fidel, como él desea que se lo
nombre a partir de
hoy. Y en ese marco institucional se avanzará en las reformas
que Cuba quiera, no las que quisieran otros que lo que en verdad
buscan es explotar las nuevas capacidades que tienen el país y
sus habitantes como producto de la Revolución, así como
codician el petróleo que se encuentra en su región del Golfo de
México.
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