De Puro Chile - 25 diciembre
2006
DE
DICTADORES Y DOBLE ESTANDAR
Frida
Modak
La
muerte del dictador chileno Augusto Pinochet originó comentarios que abogan por
el retorno a la política del doble estandar seguida durante la administración
de Ronald Reagan, que consiste en analizar los acontecimientos mundiales
considerando solamente el interés de los Estados Unidos, sin importar qué o a
quien se apoya o legitima, ni a quien ni a cuántos se sacrifica o condena. Esto
fue planteado en forma descarnada por Jeanne Kirkpatrick, que fuera embajadora
de Reagan ante Naciones Unidas, en un artículo que se convirtió en el título
de un libro que compila varios de sus trabajos: Dictaduras y Doble Estandar.
El
rescate de las ideas de la Kirkpatrick, que murió a los 80 años pocos días
ante que Pinochet, debe mirarse a
la luz de lo que es hoy la política exterior estadunidense, a la que según se
dice se busca darle un cambio en vista del fracaso experimentado por Washington
en Irak. Pero también hay que verlo en relación a América Latina, donde en
democracias aún imperfectas, han surgido gobiernos intolerables en la óptica
de la ex embajadora.
Según
el planteamiento del doble estandar , no interesa si un gobierno es dictatorial
o no, siempre que sea amigo de Estados Unidos, si hay mucha pobreza o si se
violan los derechos humanos es lo de menos, fijarse en esos detalles suele
llevar al establecimiento de gobiernos contrarios al interés estadunidense y la
Kirkpatrick lo ejemplificaba con los casos de Vietnam, Nicaragua
e Irán, entre otros. En ese contexto la guerra contra Saddam Hussein,
considerado hasta los 90 como amigo
de Washington, parecería una equivocación de los Bush, pero en estas
cuestiones pesan también los asuntos económicos personales y de grupo, además
de los geopolíticos o de carácter nacional.
Y
es así que el cambio anunciado por Bush en relación a Irak por lo visto sólo
se quedó en el cambio de secretario de Defensa. Ya el presidente y el nuevo
funcionario han anunciado que se estudia el envío de más tropas con carácter
permanente, porque según Gates “el fracaso en Irak sería una calamidad que
perseguiría a nuestra nación,
deterioraría nuestra credibilidad y pondría en peligro a los estadunidenses en
las décadas venideras”. Las encuestas dicen que en Estados Unidos apenas el
28 por ciento respalda la política bushista en Irak, pero en el ámbito del
doble estandar las opiniones de los ciudadanos estadunidenses tampoco importan.
LOS
PRONÓSTICOS DE LA CIA
El
sacerdote jesuita José Mullighan, originario de Estados Unidos y que trabaja
con comunidades eclesiales de base en Nicaragua, en un análisis de las acciones
del Comando Sur en América Latina, cita dos informes de la Agencia Central de
Inteligencia,CIA, contenidos en el libro “La Agenda Bush- Invadiendo al Mundo.
Economía por Economia”, de Antonia Juhasz.
El primero de los informes es del año 2000,
se hacen cada cinco años, y en el se señala que “la marea creciente de la
economía mundial creará muchos ganadores económicos, pero no levantará todos
los barcos”, como consecuencia auguraba conflictos dentro y fuera de Estados
Unidos porque los países, regiones y grupos abandonados y en el atraso
enfrentarían la profundización del estancamiento económico, de la
inestabilidad política y del alienamiento cultural que alentarían el
extremismo político, étnico, ideológico y religioso, con violencia.
El
informe de la CIA de 2005 estima que las características del mundo para el 2020
tendrían “un sentido más extenso de la inseguridad,incluyendo el terrorismo”.
Sostiene que “los beneficios de la globalización no serán globales”, que
incluso en países ganadores “persistirán grandes áreas de pobreza”, y que
“La globalización sacudirá profundamente el statu quo generando enormes
convulsiones económicas, culturales y consecuentemente políticas”. Conluye,
por lo tanto, que “Los factores claves que produjeron el terrorismo
internacional no muestran indicios de disminuir durante los próximos 15 años”.
El
informe corresponde exactamente a la realidad que se vive tanto en los países
industrializados como en los llamados en vías de desarrollo. La legislación
que favorece al neoliberalismo y a la globalización protege a las élites y
despoja de derechos y recursos a las mayorías que, además, son reprimidas si
protestan y cuando la protesta es incontrolable se le imponen gobiernos
dictatoriales. Los gobernantes que actúan a favor de las mayorías son
desestabilizados o derrocados, los que gobiernan para el imperio y las minorías,
como Pinochet, son considerados un ejemplo
y en ese inmoral juego se rompe el tejido social y los individuos quedan
a merced de los que detentan el poder, lo que tampoco importa en el marco del
doble estandar.
EL
POPULISMO
El
surgimiento de corrientes políticas y gobiernos que expresan y representan a
las mayorías ha generado un nuevo enemigo para Estados Unidos y sus aliados. A
la larga lista de los bolcheviques, los socialistas, los comunistas, los terroristas
y los populistas como enemigos principales, los ideólogos
del norte han agregado una nueva categoría, son los llamados populistas
radicales, que le quitan el sueño a los jefes del Comando Sur de las fuerzas
armadas estadunidenses, cuyos oficiales ignoran que a fines del siglo XIX, los
populistas estuvieron a punto de acceder al gobierno de Estados Unidos, de hecho
lo ganaron y se los quitaron con una serie de maniobras.
El
caso es que los jefes del Comando Sur tienen como tarea principal contener al
populismo radical, sin que hayan explicado qué alcances tiene esta denominación.
Lo que sí está claro es que dicho Comando, que cuenta con representaciones en
todos los países del subcontinente, tiene como tarea principal impedir que se
expanda esa tendencia y garantizar así la defensa de los intereses de las
empresas transnacionales.
A
este respecto el padre Mullighan reproduce en su trabajo un párrafo del
documento Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados
Unidos de América, de septiembre de 2002, en el que se manifiesta:
“Vamos a trabajar activamente para hacer llegar la esperanza de la democracia,
desarrollo, mercados libres y comercio libre a cada rincón del mundo”. A esto
Antonia Juhasz y otros analistas lo
consideran como una cruzada moderna para imponer ese modelo y como “la
militarización de la globalización”. Y para que esto se concrete a
satisfacción del imperio, también se necesita el doble estandar que podría
conducir a un nuevo ciclo de dictaduras que los pueblos del
Tercer Mundo no pueden impedir porque carecen del respaldo de gobiernos y
partidos políticos de todos los signos.
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