DERROTADO,
BUSH
SIGUE EN GUERRA
Frida
Modak
Tratando
de disimular su molestia,George W.Bush saludó el miércoles a los periodistas
preguntando por qué había caras tan largas,como si los representantes de la
prensa y no él fueran los derrotados de los comicios del martes 7. No le
celebraron el chiste y, por el contrario,lo sometieron a un interesante
interrogatorio, pero el mandatario estadunidense no cambió su discurso de
fondo: él sigue en guerra y espera que el partido Demócrata, que arrasó en
las elecciones, lo secunde en sus planes.
No
es ningún secreto que los demócratas no son muy diferentes a los
republicanos, ambos sectores políticos son, ante todo, imperialistas y buscan
afianzar la hegemonía de su país en el mundo. Los matices que los separan son
sólo eso y por lo general no han establecido una gran diferencia en asuntos
cruciales. Un presidente demócrata intentó invadir Cuba en Playa Girón, su
sucesor inventó los pretextos para intensificar la guerra contra Vietnam y
difícilmente ahora la mayoría parlamentaria demócrata provoque un cambio en
la guerra contra Irak y Afganistán.
Las
preguntas de los periodistas se centraron en lo que todo el mundo entiende que
fue la causa de la derrota de Bush: el fracaso en la guerra contra Irak. El
presidente trató de agregar otras causas, señaló que los estadunidenses querían
honestidad y ética en el parlamento, en alusión a los escándalos
protagonizados en las últimas semanas por prominentes republicanos. Hizo como
que admitía errores al referirse
a que había que buscar nuevas fuentes de energía para no depender del
extranjero en esa materia, lo que fue un tácito reconocimiento del carácter
petrolero de sus guerras.
Incluso
intentó dar vuelta los hechos aludiendo a que había gente que criticaba la
guerra por la falta de avance en ella, pero insistió en que no pueden irse de
Irak sin ganar “la guerra contra el terrorismo” el que, dijo, quiere volver
a atacarlos. Las tropas se van a quedar y los demócratas las van a apoyar,
afirmó.
LA
CAIDA DE RUMSFELD
En
este contexto, en el que en varias oportunidades habló de Estados Unidos como
“un país en guerra”, Bush confirmó la salida de su secretario de
Defensa,Donald Rumsfeld. Sostuvo que varios días antes de los comicios ambos
habían conversado sobre la necesidad de hacer cambios porque “las cosas en
Irak no están saliendo bien”, pero no quiso admitir
que la salida de Rumsfeld fue precipitada por la debacle electoral
republicana, por la que dijo asumir su cuota de responsabilidad.
Lo
cierto es que Rumsfeld hace tiempo que estaba en la mira de militares en
retiro y no pocos en servicio
activo,que criticaban y descalificaban su estrategia bélica. En la víspera de
las elecciones varias revistas militares pidieron la renuncia del secretario
de Defensa. Vanity Fair dio a conocer el contenido de las entrevistas que
publicará en su edición de enero, en las que ex asesores del gobierno
bushista y defensores de la
invasión a Irak se muestran decepcionados por el curso que siguieron los
acontecimientos.
Richard
Perle, que encabezó un comité asesor del Pentágono y fue uno de los ideólogos
de la invasión, dijo a la publicación que si hubiera sabido como se iba a
manejar la guerra, no la habría apoyado. El editorial de la revista sostiene
que Rumsfeld “ha perdido la credibilidad ante los mandos militares, ante las
tropas, ante el Congreso y ante el público. Su estrategia ha fracasado y su
capacidad de liderazgo se encuentra debilitada”. Y agrega: “Ha llegado el
momento, señor presidente, de hacer frente a la dura verdad: Donald Rumsfeld
debe marcharse”. El texto se incluirá en los 250 mil ejemplares de las
revistas Army Times, Navy Times, Marine Corps Times y Air Force Times que
pertenecen al Military Media
Group, de propiedad privada y ampliamente leído entre los uniformados.
SIGNIFICADO
DEL CAMBIO
El
sustituto de Rumsfeld será, si el congreso lo aprueba, Robert Gates, ex
director de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, conspicuo miembro del
fundamentalismo republicano y del grupo de poder que se conformó en torno a
Ronald Reagan primero y a George H.Bush después, grupo que ha vuelto a
gobernar en los seis años que George W.Bush lleva en la Casa Blanca. Son los
que reinstalaron en el poder a la oligarquía de El Salvador, en alianza con
los militares locales, masacrando a miles de salvadoreños. Son también los
que invadieron Granada, apoyaron la salvaje represión de indígenas en
Guatemala, los que respaldaron incondicionalmente a los dictadores
sudamericanos, los que invadieron Panamá y los que han trasladado todas sus
“técnicas” de tortura a Afganistán e Irak.
Gates,
según Bush, “comprende que es crucial la guerra contra el terrorismo” y al
presentarlo reiteró que “Estados Unidos sigue siendo un país en guerra que
enfrenta enemigos en todo el mundo”. Eso sugiere que Gates actuará como lo
que ha sido toda la vida, un agente de inteligencia que sabe armar
escenarios y hacerlos creibles. Su trayectoria es reveladora, entró a la CIA
en 1966, fue director de Inteligencia en el gobierno de Reagan, tuvo un papel
importante en las acciones que Estados Unidos emprendió para que la Unión
Soviética saliera de Afganistán, país al que sus tropas entraron a petición
del gobierno afgano de entonces para apoyarlo ante la desestabilización de
que era objeto.
En
consecuencia, Gates conoce a Osama Ben Laden, a quien los gobiernos
estadunidenses adiestaron y apertrecharon para que combatiera a los soviéticos.
Luego
Gates fue sub-secretario de Seguridad Adjunto en el gobierno de Bush padre y
planificó la primera guerra contra Irak en 1991. Ahora, según Bush, dará
nuevas perspectivas a la guerra actual contra Irak, la misma que contribuyó a
planificar, y también en torno a las acciones de la CIA, como lo hiciera tras
el colapso de la Unión Soviética. Es, en palabras de Bush, ”un patriota cuyo
amor por el país fue alentado en Kansas” y lo calificó de “brillante
estratega”.
Mientras
el congreso decide si aprueba el nombramiento, Rumsfeld seguirá como
secretario de Defensa porque “en tiempos de guerra”, esa secretaría no
puede estar sin su titular, explicó Bush. Al agradecer, Gates también aludió a
que Estados Unidos está “en guerra combatiendo al terrorismo en todo el
mundo”. Así pinta el cambio, Rumsfeld por Gates para que todo siga igual o
peor.
La
palabra la tienen ahora los demócratas, en especial los que forman la mayoría
de la Cámara de Representantes que presidirá Nancy Pelosi, primera mujer que
ocupará ese cargo que ya tantas latinoamericanas han desempeñado. ¿Le bastará
a Pelosi la salida de Rumsfeld, que su partido pedía, para llegar a un
entendimiento con Bush que se declara “ansioso”
de trabajar con los demócratas?