Los cinco empates que el lunes 11 de abril
impidieron que la Organización de Estados Americanos, OEA, eligiera nuevo Secretario
General son el reflejo de la realidad del continente americano y de lo que sucede a nivel
mundial. En un análisis simplista se podría decir que nadie ganó, porque ninguno de los
candidatos se impuso. Por otro lado, hay quienes estiman que hubo ganancia ya que Estados
Unidos habría visto disminuido su poder al no lograr que el candidato que apoyó
triunfara, pero el sólo hecho de que impidiera la elección del postulante que no le
gustaba o no le convenía indica que su poder sigue siendo grande. En consecuencia, como
suele pasar en cualquier elección, todos ganan, todos pierden.
Desde otro punto de vista, lo ocurrido se ajustó a las previsiones.Ya a mediados de
diciembre del año pasado, proclamados los tres candidatos, había trascendido que Estados
Unidos respetaría su compromiso con el ex-presidente salvadoreño Francisco Flores, pero
que si esa candidatura no prosperaba Flores se retiraría y Washington apoyaría al
canciller mexicano, como sucedió.
A esa posibilidad se agregaba otra, que Estados Unidos se mantuviera en la línea de
que el nuevo timonel de la OEA fuera un ex-presidente, entre los cuales el que parecía
más viable era el costarricense Oscar Arias, si los escándalos por la corrupción
de otros ex mandatarios de su país no lo chamuscaban. Hoy se lo empieza a mencionar como
alternativa y Panamá ha agregado el nombre de Arístides Royo, que fuera presidente de
ese país en la era torrijista. Si la Casa Blanca aceptara a Royo eso marcaría
diferencias importantes entre el liderato del General Omar Torrijos, que sacó a Estados
Unidos del Canal, y su hijo, Martín Torrijos, actual presidente de la nación istmeña.
EL ASUNTO DE FONDO
Más allá de la especulación acerca de cuáles serán los candidatos para la próxima
reunión de la OEA el 2 de Mayo, entre los que aspiran a contarse el canciller peruano y
el Secretario de la Presidencia de Nicaragua, está el asunto de fondo, en cuántas partes
se dividirá el continente americano.
Estados Unidos quiere mantener la unidad territorial y dominar política y
económicamente al resto del continente a través del ALCA, la Asociación de Libre
Comercio de las Américas, iniciativa planteada en el gobierno de Bush padre y que el
actual mandatario reimpulsó. Pero el ALCA está paralizado porque es contrario a los
intereses de los demás países de la región y no hubo acuerdo para lanzarlo en enero de
este año como lo establecía el calendario de negociaciones.
En su reemplazo la administración Bush está suscribiendo controvertidos tratados de
libre comercio con algunos países en forma separada y con bloques de países en otros
casos, como con América Central o el Pacto Andino, pero todo ello con muchas
dificultades. Paralelamente, el cuadro político sudamericano cambió, ahora hay gobiernos
de signo progresista en las naciones más importantes y el año pasado se constituyó la
Comunidad Sudamericana de Naciones, con un enorme potencial, y que incluye a
organismos económicos regionales ya existentes como el Mercado Común del Sur, MERCOSUR,
y el Pacto Andino.
El proyecto sudamericano se acerca más al modelo de la Unión Europea, de la que
también están más cerca en lo político. Estados Unidos, sin modificar su tratado de
libre comercio con México y Canadá, implementa su ampliación a áreas que considera
estratégicas, como seguridad y combate al terrorismo, mientras mantiene a Centroamérica
en su área de influencia.
LA VOTACION
Todo esto se reflejó en lo sucedido el lunes 11 en la OEA. Si bien el continente
americano está unido territorialmente hoy es más diverso. Los tres países de América
del Norte consolidaron su relación en la cumbre celebrada por sus gobernantes en
Crawford, Texas, en el rancho del presidente Bush. América Central sólo logró eliminar
a las dictaduras en su lucha por la independencia de los años 70 y 80 y en la OEA
constituyó un bloque con América del Norte, respaldando primero a Flores para la
Secretaría General de la organización y tras su retiro al canciller mexicano.
Esta candidatura, según trascendidos porque la votación es secreta, recibió además
el respaldo de los que no habían hecho pública su decisión: Perú, que por razones
históricas no apoya a Chile, Paraguay que aspira a la subsecretaría general de la OEA
como compañero de fórmula de México, Panamá, que aparece en una postura nueva que lo
acerca a América Central de la que no se consideraba parte, Haití, cuyos gobernantes
fueron impuestos por Washington a la caida de Aristide, y Bahamas.
El postulante de Chile obtuvo los votos sudamericanos y de 11 países del Caribe como
se había anticipado, con una variante, República Dominicana en vez de Bahamas. Esta
combinación América del Sur-Caribe traduce el deseo de los caribeños, que son gente de
paz, de tener su propia identidad, no la de sus colonizadores británicos, que los han
privado hasta de su historia. Para eso necesitan posicionarse en su entorno geográfico y
no seguir dependiendo económicamente de los acuerdos de la Mancomunidad Británica de
Naciones, el Commonwealth, en la que contrariamente a lo que sugiere el enunciado en
inglés, las riquezas de las ex-colonias le dan el bienestar de que disfruta el Reino
Unido. En esa perspectiva, sus aspiraciones los acercan a la Comunidad
Sudamericana de Naciones, a la vez que buscan mantener distancia de Estados Unidos, el
principal socio de los ingleses, de cuyo rigor conocen a través de la invasión a Granada
y la caida del haitiano Jean Bertrand Aristide.