comunicado oficial
Ejército rechaza carta de general (R)
En una declaración emitida ayer por el Departamento Comunicacional del Ejército, la
institución rechazó la carta filtrada a la prensa por el general (R) Manuel Contreras,
en la que éste calificó de "traidores" al comandante en jefe, Juan Emilio
Cheyre, y a su subrogante, el general Javier Urbina. En el comunicado, la entidad
castrense califica las expresiones de Contreras como "absolutamente injustas y
ofensivas", al tiempo que subraya que la situación de los ex uniformados "ha
sido preocupación permanente" del Ejército. La declaración concluye que las
situaciones que se generen a partir del ingreso al establecimiento "dispuesto para el
cumplimiento de la condena son de absoluta decisión y responsabilidad de la institución
a cuyo cargo se encuentra". |
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Manuel Contreras entró a la cárcel después de ser detenido por la fuerza, esposado,
y cubierto de huevos y tomates. Pero a eso agregó un efecto mucho más relevante: por la
actitud que tomó durante su arresto, terminó de perder el escaso respeto que le tenía
el alto mando del Ejército, que consideró su actitud indigna de un soldado.
Su rebeldía, sin embargo, estuvo lejos de sorprender a sula institución, que venía
preparándose hace meses para el día en que el ex jefe de la Dina debiese entrar a la
cárcel. Concretamente, desde el 17 de noviembre, cuando la Sala Penal de la Corte Suprema
ratificó la condena por secuestro calificado que el juez Alejandro Solís le había
impuesto a él y otros tres oficiales (R).
Días después de que las penas quedaran a firme, el comandante en jefe, Juan Emilio
Cheyre, instruyó que oficiales tomaran contacto con Contreras, con el brigadier Miguel
Krassnoff, y con los coroneles Marcelo Moren Brito y Fernando Lauriani, para explicarles
que el Ejército seguiría apoyándolos -"en todo lo debido, y nada de lo
indebido"- ante su difícil situación.
Pensando en el tiempo que permanecerían recluidos, el Ejército había ofrecido al
gobierno traspasar a Gendarmería una unidad de Policía Militar en Peñalolén, para
instalar allí, un lugar cómodo y seguro, a los condenados. Cuando este penal comenzó a
adaptarse a su nuevo uso, la institución comunicó a Contreras que sería instalado
allí. El general no sólo no puso reparos, sino que se mostró agradecido.
Hace dos semanas, el juez Solís fijó para el viernes 28 de enero la fecha de la
notificación de las condenas. Para ahorrarse incidentes, el magistrado solicitó al
Ejército que comunicara a los oficiales (R) la fecha de su entrada a prisión.
Para garantizar que el trámite se efectuara con dignidad, Cheyre -que se encontraba de
vacaciones, pero en permanente contacto con el comandante en jefe subrogante, Javier
Urbina- instruyó que otra vez se tomara contacto con los ex uniformados, para darles
garantías y ofrecerles ser trasladados en vehículos institucionales, acompañados por
militares y preservando su seguridad, hasta el tribunal, donde serían entregados a la
custodia de Gendarmería sin ser esposados ni tratados como reos comunes.
Krassnoff, Moren Brito y Lauriani aceptaron el planteamiento, y cuando llegó el
viernes cumplieron el trámite sin inconvenientes.
El miércoles pasado, dos días antes de su citación, Contreras recibió la visita del
general Patricio Cartoni, comandante de la Guarnición de Santiago, para hacerle el mismo
planteamiento, pero el ex jefe de la Dina lo rechazó, y dijo que no iría otra vez a la
Cárcel.
Cartoni le advirtió que el Ejército, por doctrina, consideraba que nadie está por
sobre la ley, y que no haría nada que dificultara el cumplimiento de una sentencia
judicial emitida en un Estado de Derecho, pero Contreras se mantuvo inflexible.
El jueves, en su lugar de descanso en Frutillar, Cheyre recibió una llamada de María
Teresa Contreras, la mayor de los cuatro hijos del general (R). La conocía bien, porque
su esposo, el general (R) Orlando Carter, había servido bajo sus órdenes al inicio de su
carrera.
La mujer le dijo a Cheyre que su padre se había declarado en rebeldía, y que
pretendía resistirse a su arresto. Le advirtió que había pedido a su familia que lo
acompañara al día siguiente en su casa, y que pretendía incluso abrir fuego contra los
detectives e iniciar un tiroteo si lo obligaban a ir a la cárcel. También le dijo que su
padre sólo aceptaría cumplir su condena si se le permitía cumplir su reclusión en su
domicilio de Peñalolén. ¿Fue una especie de chantaje? ¿Pretendía Contreras que el
Ejército presionara para que se le concediera ese beneficio?
Cheyre respondió lo obvio: que ese planteamiento no debían hacérselo a él, sino a
los tribunales de Justicia, y que el viernes, de no mediar una disposición de la
justicia, Contreras debería ingresar a prisión.
A primera hora del viernes, el Ejército hizo un último intento de hacerlo entrar en
razón a través del coronel Laré, jefe de la Policía Militar. No hubo caso. Luego
ingresó el prefecto Rafael Castillo, que trató de convencerlo por 20 minutos. Fue
entonces que comenzó la confusa detención, que se desató cuando el general (R) intentó
tomar una pistola de un cajón de su escritorio. Fue reducido y esposado por la fuerza, y
luego conducido al Tribunal.
A las 11.45, mientras Contreras era trasladado, sonó el celular de su hija María
Teresa. Era Cheyre, que llamaba para lamentar lo ocurrido, pero advertir que había sido
el propio ex jefe de la Dina el que había buscado una detención como esa. La mujer lo
recriminó diciéndole que el Ejército había permitido que trataran así a su padre, y
quejándose de que no pudiera cumplir su pena en su casa. El jefe del Ejército le
respondió que nadie estaba por sobre la ley, que él le había advertido, el día
anterior, que la familia no estuviera en el lugar si Contreras no podía resistir.
Molestia
El episodio, afirman altas fuentes del Ejército, sólo acrecentó la molestia del alto
mando con Contreras. No sólo le reprochan que haya utilizado a su familia como parapeto
para impedir su detención, y que no haya estado a la altura de un oficial, como sí lo
estuvieron los otros condenados, pretendiendo presionar a la institución para ponerse por
sobre la ley.
Si bien el Ejército reprobó que Contreras fuese agredido en Tribunales y considera
grave esos desbordes, también cree que el ex jefe de la Dina quiso conscientemente
convertirse en un mártir (había citado para esa mañana a un equipo de TVN), para dar la
impresión de que el Ejército es insensible al destino de los 160 oficiales (R)
procesados por casos de DD.HH. y volcar a la llamada "familia militar" en su
contra.
El desenlace también hizo recordar el hecho de que Contreras, mientras exigía que se
lo ayudara y protegiera, nunca estuvo dispuesto a colaborar con iniciativas clave del
Ejército, como la mesa de diálogo. Jamás entregó información que pudiese servir para
determinar el destino o el paradero de los desaparecidos. Tampoco aportó en Tribunales,
recuerdan en el cuerpo castrense, donde afirman que si bien no se habría librado de la
acción de la Justicia, al menos podría haber aliviado la situación de decenas de ex
uniformados que sirvieron a su mando y que hoy están encausados o condenados. De paso,
agregan, habría reducido en parte el alto costo que el Ejército y el país han debido
pagar por el problema pendiente de las violaciones a los DD.HH. |