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Opiniones...de Jorge Palacios C
De La Nación - 25 abril 2008

¡Justicia para todos, señor Jorge Reyes!

  Por Jorge Palacios C  

      El abogado Jorge Reyes Zapata, se ha mostrado como un ferviente y eficaz defensor de la “honra”, de la “fe” y de las “creencias” cristianas, y ha librado en los tribunales procesos contra todo lo que pueda oponérseles. Nadie ignora su éxito como defensor de la personalidad jurídica de la Colonia Dignidad, ese verdadero templo de la pedofilia, donde se practicaban las nobles tradiciones de activos miembros de la curia romana. No tuvo suerte, eso sí, en el proceso que iniciara a nombre de un “Señor Jesucristo” y de su Iglesia, contra el film “La última tentación de Cristo”, cruzada en que fue asesorado por el inolvidable cura Hasbum.

        Por mi parte, me siento integrante del sector de la comunidad humana, que confía, más que en una fe basada en leyendas, en dogmas y en indemostrables milagros, en la razón y en la ciencia. Por lo mismo, me ofende profundamente, que haya comunidades religiosas como la católica romana, que se sienten propietarias de una Moral y de dogmas “irrefutables”, y pretenden someternos a ellos. Cualquiera diferencia con sus desvaríos y costumbres rancias, hiere su “dignidad” y van a llorar a la justicia y a pedir reparaciones. Felizmente ya no disponen de la Inquisición para imponerlas, pero sí de tribunales discriminatorios.

Sus creencias contienen dogmas anti-científicos e irracionales: como el de la “trinidad”; el de la presencia real del cuerpo de Cristo en cada una de las hostias que tragan sus fieles; el de virginidad de la “virgen” María; y, por último, el de la creencia en un Dios, que habría sacado (¿para qué?) este universo “de la nada”; y que, pese a estar “en el cielo, en la tierra y en todo lugar”, nadie ha podido verlo, oírlo, filmarlo o aportar el más mínimo testimonio científico de su existencia. Y no quiero referirme al hato de disparates, inmoralidades, y falsedades históricas, contenidas en la Biblia, de la que los católicos extraen la “Moral”, que pretenden obligarnos a aceptar. Le pregunto al señor Reyes, ¿solamente los que creen en la mitología religiosa tienen derecho a ofenderse porque no se respetan sus fantasiosas creencias, y a ir a los tribunales a reclamar justicia?

        En nombre de la igualdad ante la ley pues, lo invito a Reyes Zapata, a defender ante los tribunales la dignidad, el honor, el punto de vista, -no sólo de los beatos- sino también de quienes nos sentimos ofendidos e indignados de que se siga engañando a nuestros hijos y a nuestro pueblo, con patrañas reñidas con la razón y con la ciencia. Mitos y falsedades religiosas, divulgados desde los púlpitos y a través de una gigantesca máquina publicitaria, que siembra el terror al infierno, el repudio del cuerpo y del sexo, la hipocresía, y que ahora, se ha lanzado contra el derecho de las mujeres chilenas a ejercer una natalidad libre y consentida.     Ahora, mientras mueren millones de seres humanos a causa de guerras, hambre, y enfermedades curables, la Iglesia Católica lanza una absurda campaña en defensa de los embriones y exige tratarlos como seres humanos. Un embrión no es más que una bola infinitesimal de células indiferenciadas, sin órganos que se semejen siguiera a los órganos humanos. Los embriones de un sapo, de un perro, de un pollo, no se diferencian en nada de los que dieron origen al feto del señor Reyes. Cuando los médicos, -católicos o ateos- efectúan la fecundación in vitro, deben botar como desechos millones de embriones en el mundo. ¿Aconsejaría el Vaticano hacerles un proceso por genocidio a esos médicos? Constituye un absurdo el adelantarse a reconocer como humanos a los embriones, argumentando que son, potencialmente,  futuros seres humanos. Si la Iglesia Católica defiende,  todo aquello que potencialmente puede llegar a transformarse en seres humanos, y exige la obligación de tratarlos como tales -para ser consecuente- debiera prohibir, no sólo la fecundación in vitro, sino la masturbación, la ducha, la exposición al sol y hasta ir al pedicuro o sacarse un moco, pues todo eso implica la eliminación de células. Ha de saber el señor Reyes, que no sólo los embriones, sino toda célula humana puede, potencialmente, -por medio de una clonación- transformarse en un ser humano. La oveja Dolly fue creada a partir de una célula de la ubre de su madre.

        Tomás de Aquino, el “más santo de los sabios y el más sabio de los santos”, según la Iglesia, debiera ser excomulgado, porque afirmó que el embrión no tiene más que “alma vegetativa”. Es decir, está al nivel de una semilla vegetal. Señala, además, que en la resurrección del Juicio Final, no participarán los embriones. Su “potencialidad” humana, al parecer, no le importa un bledo al Creador, sino al Papa y sus acólitos.

 

 

 

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