De
Puro Chile - 30 diciembre 2007
Y
colorín colorado...
Tito Alvarado
En mis tiempos de desvalida niñez, nuestra mayor riqueza era la
imaginación. En las noches sin televisión, escuché muchas
veces la frase con que invariablemente se terminaban los cuentos
infantiles, “y colorín colorado este cuento se ha acabado y
pasa por un zapatito roto para que mañana te cuente otro”.
Y colorín colorado, el cuento del señor colorín que intentó
comerse a la caperucita peluda se ha acabado.
Con los laureles del desprecio se le niega de una plumada la
calidad (calidad que ignoro si tendrá mucho valor en los
mercados bursátiles de la corrompida política chilena) de una
militancia de cuarenta años, se le borra de todos los registros
y de una forma poco gentil se le hace entrar al vapuleado campo
de los ex. Él alega que ha estado cuarenta años en la lucha, No
conoce la letra del tango que dice: Veinte años no es nada.
Para el actual grupo que controla la DC: cuarenta años son
simplemente dos veces nada.
Y colorín colorado, el senador nos anuncia, con todas sus pies
de persona patuda, la solución a su problemita, la solución al
enigma llamado Chile, fundará otro “referente político” lo
que en jerga de buen cristiano significa: fundar otro partido. El
cuento que pasó por un zapatito roto se ha transformado en un
cuento de nunca acabar.
Aquí me pierdo un poco, no sé si por mala memoria de él o por
mala memoria mía, el asunto es que nos habla como su fuera el más
grande paladín de la lucha por los intereses de quienes no están
en las manijas del poder. Me puede recordar alguien si el ilustre
senador desmemoriado fue ministro, fue presidente del partido que
le da hoy la “patá”. La pregunta que en este momento me
asalta es ¿en qué mundo estaba cuando desde esas instancias y
autoridades y recursos pudo hacer algo por la gente que hoy dice
defender?.
Nadie en su sano juicio puede argumentar que el señor del puro
cuento fue en esos momentos de gloria y poder un defensor del
discurso y el hacer, que hoy esgrime como su mejor defensa. Desde
El Señor de los anillos: el de la sangre, el de los
desaparecidos, el de la corrupción, el de los robos, hasta
nuestros días hay una continuidad: el poder ha cambiado de
administradores, pero las ganancias siguen aumentando las mismas
cuentas o lo que viene ser lo mismo, los pobres siguen en su
penoso oficio de pobres sin que paladín o colorín alguno se
haya atrincherado en los bosques o en los pasillos del congreso.
Lo intrincado del cuento me ha dejado en un mar de cavilaciones.
Decía el más grande filósofo de toda la historia humana, que
había que poner todo bajo la lupa de la duda. Y en esto estuve
toda la noche de anoche, ahora pongo en el papel el resumen:
Uno. Lo que sucede en la DC no es exclusivo de ellos, antes se
decía que sucedía hasta en las mejores familias, ahora debo
decir de que sucede en todas las familias, también es cierto que
tener la exclusividad en este tipo de enredos no es ningún mérito.
Pero que estos mismos existan puede significar que algo mayor no
anda en el país de las maravillas.
Dos. El personaje principal del cuento ha dado muestras de ser
bastante inepto para poner sus telas de araña, para mover sus
piezas incondicionales y para mover la sinhueso. Para colmo, no
cuenta con la astucia de una esclava como la de Ali Baba que lo
guie en todo momento. Entonces no necesito ser brujo para
adelantar que el circo continuará y las soluciones quedaran para
las calendas griegas.
Tres. Ahora nos quiere hacer pasar gato por conejo. Nos habla de
seguir en la senda de defender a los que no tienen voz y otras
frases para el bronce, en el teórico caso de que a su muerte se
la ocurriera a alguien hacerle un pequeño monumento de bronce.
Sin embargo, en los dominos de la realidad real, estas fraseas
están a años luz de corresponder a lo concreto.
Cuatro. Anuncia el terrible propósito (¿o debiera decir despropósito?)
de trabajar por la creación de un nuevo referente político.
Triste conclusión para quien tiene estudios de algo, para quien
tiene la herencia de los Larrain (estar siempre en el poder).
Pobrecito, no se ha dado cuenta de que en el país real los
partidos son ceros a la izquierda. El gobierno lo administra, en
el papel, una coalición de partidos. Mientras no exista una
constitución discutida por todos, aprobada en referendo,
mientras no se termine con el engendro trágico llamado
binominalismo, ningún partido está en condiciones de
implementar sus metas en el país.
Cinco. Agregar otro partido o es un acto puro cuento o hay la
voluntad en quien lo dice de ir más allá. Lo más cercano a ir
más allá es la continuidad de lo que se propuso Allende y
francamente, me parece, creo, humildemente, que el honorable
senador Colorín está bastante lejos de tales propuestas.
Seis. Lo peludo del caso es que esta comedia, que algunos quieren
presentar como drama, nos demuestra que en el país lo que faltan
son políticos que luchen no por sus egos, sino por los intereses
de las grandes mayorías; los pobres que trabajan y trabajan son
salir nunca de pobres. Se necesitan políticos que luchen por los
intereses del país y no los que hay luego del nefasto periodo de
dictadura militar.
Hay momentos en la historia de cualquier país en que los
gobernantes asumen la tarea de ir adelante y hay otros momentos
en que estos van a la deriva y son barridos por los
acontecimientos.
En el país actual donde impera la ley de hacer lo que sea
posible y nunca lo que sea necesario, en el país donde los de
arriba actúan desde el total desprecio por los de abajo, en el
país donde hay dos caminos para la justicia y hay dos formas de
castigar delitos según sea el poder del delincuente, en el país
donde las diferencias entre las dos coaliciones que se reparten
el poder no son muchas, en el país en donde muchos se creen
llamados a controlar la manija del gobierno sin tener las mínimas
condiciones, en el país donde hay enormes recursos, pero estos
no se emplean en implementar soluciones, en el país donde son
cada día más los que no pueden vivir de su trabajo y donde la
educación no te asegura futuro alguno, se necesita con suma
urgencia un extraordinario salto de calidad y este solamente es
posible desde quienes sufren el circo y las faltas del sistema.
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