En la operación aparece involucrado el
'senador designado' Ramón Vega, ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea Bernardo. El
intermediario fue su yerno europeo Bernardo Van Meer, casado sucesivamente con sus dos
hijas. El escándalo rebotó en Chile el año pasado --sin mucho ruido-- como subproducto
de una caso de corrupción que lleva una década en los tribunales de Bélgica. Un ex
ministro de defensa belga fue asesinado, en tanto un ex general se suicidó.
Tres funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile (Pich) arribaron a
Bélgica este lunes a investigar una coima de 15 millones de dólares en la compra de 25
aviones Mirage 5 adquiridos usados a la Fuerza Aérea del país europeo en U$S 109
millones. La operación se realizó cuando el ex general Ramón Vega Hidalgo (1991-1995)
dirigía la Fuerza Aérea chilena (Fach) para sustituir a los Hawker Hunter que
bombardearon La Moneda en 1973.
Vega hoy es un 'honorable senador
designado' por la propia Fach, sin que nadie haya votado por él, según la la Carta
Fundamental de la 'democracia' de este país, establecida por la dictadura militar en
1980. En Chile existen 10 legisladores designados, el 20% de las 50 curules del Senado.
La misión, ordenada por la
magistrada Sandra Rojas, del Primer Juzgado del Crimen de Santiago, buscará información
oficial en una causa de corrupción que tramita en Bruselas el juez Daniel Fransen. En esa
investigación, el general Jacques Lefevbre --de la aviación belga-- reveló haber pagado
coimas a los militares chilenos antes de suicidarse el 7 de marzo de 1995, un gesto que
nadie espera aquí de su colega Vega.
El Consejo de Defensa del Estado
(Cde) presentó en diciembre una denuncia penal para indagar también en Chile posibles
pagos a ex uniformados Fach en desmedro del patrimonio fiscal. Hacia 1997, la Fach
protagonizó un bochornoso fraude de importación de 'pertrechos militares' que resultaron
ser muebles de ratán y motos de agua contrabandeadas por la alta oficialidad.
El Estado chileno contratará un
abogado en Bruselas, a través de la Cancillería, para que represente los intereses del
país en una eventual demanda por perjuicios. Un tal Bernardo Van Meer, yerno del senador
Fach residente en Londres, declaró haber recibido varios millones de dólares por su
mediación en el negocio cuando detectives chilenos viajaron al Reino Unido en octubre
para interrogarlo. En otro viaje a París, policías Pich consiguieron una suerte de
confesión del entonces gerente de la Oficina General del Aire (OGA) de Francia, Bernard
Carayón, quien relató su participación en el negocio en conexión con Van Meer, el
yerno de vega.
El hoy senador asegura que no hubo
irregularidades mientras encabezó la Fach, pero el actual comandante en jefe, Osvaldo
Sarabia, anunció su cooperación para que los responsables enfrenten a la justicia si
ésta establece los delitos. El juez Fransen solicitó a la Corte Suprema el año pasado
autorización para realizar diligencias en Chile una vez que estudie antecedentes enviados
por la jueza Rojas en respuesta a un exhorto.
La historia
La coima por los aviones Mirage
rebotó en Chile como subproducto de un caso belga de corrupción, matizado con asesinatos
y suicidios, que lleva una década en los tribunales. La justicia de Bélgica comenzó a
investigar en 1995 la compra fraudulenta de 46 helicópteros italianos Agusta efectuada 8
años antes por la Fuerza Aérea de ese país. El escándalo involucró el asesinato de un
ministro y condenas por corrupción a connotadas autoridades políticas belga.
Entre los investigados estuvo el
general Jacques Lefebvre, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea belga al producirse la
compra de los Agusta en 1988. Lefebvre, que al pasar a retiro en los años 90 se
transformó en representante de la italiana Agusta y de la francesa Dassault creó su
propia compañía de comercio internacional de arma, llamada Europavia.
Lefebvre viajó repetidamente a
Chile, en 1992 y 1993, a negociar con personajes que hoy investiga la jueza Rojas para
convencer a la Fach de la compra de los 25 cazas Mirage dados de baja por Bélgica. En la
documentación incautada a Lefebvre en 1995 por los investigadores belgas del caso Agusta
aparecieron evidencias incontestables del pago de coimas por 15 millones de dólares
depositados en el Clariden Bank de Zurich.
Lefebvre respondió por escrito a
la policía anticorrupción belga: 'Los documentos relacionados con Chile de los que me
preguntan son confidenciales. Su divulgación sería catastrófica, puesto que pondría en
evidencia a nuestra contraparte chilena y nuestros agentes se verían en serias
dificultades'. Durante la noche del 7 de marzo de 1995 y tras redactar esta nota, Lefebvre
se suicidó en su departamento de Avenue Louise, en Bruselas.
La trenza
Francois de Smet D'Olbecke,
delegado en Chile de la empresa gala que modernizó los Mirage belgas - Combak--, afirmó
que Van Meer gestó la compra de los Mirage usados proponiéndole el negocio al traficante
de armas de origen checo Carlos Honzik Hubka, ya fallecido, para no figurar abiertamente
él por estar casado con una hija del comandante en jefe de la Fach.
Honzik formó parte de Berthier
International, empresa que opera el negocio de armas desde Islas. Su muerte natural
impidió conocer antecedentes importantes para la investigación. De Smet D'Olbecke reside
en una hacienda de Coyhaique, región de Aysén.
Bernard Carayon relató a su vez
que contactó al yerno de Vega cuando supo del interés chileno por renovar sus aviones.
Lo puso en contacto con Lefebvre, interesado en vender los Mirage a través de su empresa
Europavía, que aparecía como sucursal belga de OGA, la empresa que dirigía Carayon.
Van Meer admitió ante dos
oficiales Pich que contactó a Honzik para que sondeara el interés de la Fach en los
aviones belgas porque estaba impedido de hacerlo por su parentesco con el comandante en
jefe. Aseguró que no tuvo nada que ver con la negociación en Chile, pero que se le pagó
por seguir haciendo gestiones respecto a la venta en Europa.
No está claro si los aviones
valían efectivamente los U$S 109 millones que costaron, aunque el tribunal chileno
--asesorado por ingenieros Fach-- concluyó que la descripción técnica de los contratos
corresponde a la realidad, tras una inspección ocular a las máquinas en su base de Cerro
Moreno, Antofagasta, peritaje rehusado por más de un año bajo el alegato de 'secreto
militar'. Conrado Ariztía, otro empresario de la competencia, puso en duda ante la
magistrada Rojas la calidad de la compra.
De Smet afirmó, por su parte, que
Honzik intentó convencer a los belgas de subir el precio de los aparatos por saber que la
Fach disponía de un presupuesto mayor para comprarlos. El senador Vega, quien obviamente
goza de inmunidad parlamentaria, declaró por escrito al tribunal que la Fach hizo un buen
negocio, porque consiguió bajar el precio inicial de U$S 250 a U$S 109 millones,
argumentando que fue una operación de gobierno a gobierno.
El contrato de la transacción se
firmó en Bruselas, en julio de 1994, por el ministro de Defensa Nacional de Bélgica y el
comandante del comando logístico de la Fach, el general Fernando Rojas Vender, quien al
año siguiente sustituyó a Vega en la comandancia en jefe y fue salpicado por la
internación de los muebles de ratán y las motos de agua. El presidente de Chile era
Patricio Aylwin y su ministro de Defensa, Patricio Rojas, ambos del partido Demócrata
Cristiano.
Vega opinó que el destino de esos
fondos --la coima-- es de exclusiva responsabilidad y competencia de la autoridad belga,
pero admitió contactos --'sólo con dos o tres oficiales belgas'-- que definieron los
términos del contrato, según El Mercurio. El senador se defendió como probo, asegurando
tajante que nunca tuvo relación comercial con su yerno y le prohibió a éste tenerlas
con la Fach durante y antes de su mando. El yerno se casó sucesivamente con sus 2 hijas.
La viuda de Honzik, Henriette
Bahna, admitió en la indagación que su marido fue el intermediario en Chile de la
operación y que distribuyó el pago de las comisiones por 15 millones de dólares. La
viuda aseguró que el finado tenía entre sus amistades personales al entonces comandante
en jefe Vega, así como a otros protagonistas de la operación como su yerno Van Meer y De
Smet.
El abogado de Vega, Jorge
Balmaceda, desestimó las indagaciones belgas. Precisó que su cliente tuvo relaciones
distantes con su yerno y gestor, Van Meer, por haberse casado éste primero con su hija
mayor y luego, con la menor.